Detesto ver en la calle hombres agarrar de la cintura a mujeres -ya sean sus esposas, novias o amantes- que caminan con los brazos cruzados en señal de auxilio porque tienen frio en pleno invierno. Ningún ser humano –a menos que sea una criatura- debe sentirse desprotegido, ya que tenemos la capacidad intelectual bastante desarrollada como para entender que somos independientes y que debemos hacernos cargo de nuestra empresa -y con empresa me refiero a nuestro cuerpo-.
La mayoría
de ellas sabe la fecha y el lugar en donde nació Jesucristo, pero cuando les pregunto
el año en el que una mujer pudo votar por primera vez en Argentina (11 de
noviembre de 1951) se quedan pensando. En mi opinión esto se debe a la escases
de contenido en los planes de estudio de las escuelas de nuestro país, en donde
se avalan historias sobre entes alados, muertos vivos y fantasmas barbudos que
cumplen deseos, pero nunca se muestra la realidad de una generación que luchó
por las libertades que las maestras, directoras y alumnas tienen hoy en día.
Me irrita
escucharlas cuestionar el derecho al matrimonio igualitario mientras disfrutan
de poder salir a pasear en minifaldas, tener altos cargos laborales o sentirse
independientes y poderosas –lo cual me parece fabuloso ya que todos debemos ser
tratados de igual manera y así debemos tratar a nuestros pares-. Parecen negar
que hasta hace no más un siglo debían salir a la calle con la autorización de
sus maridos. O se olvidan que en las escuelas, así como en muchos hogares, la
educación se basaba en aprender costura, maquillaje, mecanografía, corte y
confección, cocina y otras tareas domésticas. Y para colmo estaba bien visto el
castigo -por parte del hombre de la casa- en caso de no cumplir con lo esperado.
Por eso les
ruego que no busquen la protección en ningún otro lugar más que en su propia
cabeza –o en la cabeza de su psicólogo-, no dependan de nadie más que de
ustedes mismas, no sufran por ninguna persona que no sabe valorarlas ni crean
mentiras o permitan ofensas cuando tienen la posibilidad de ser libres y de buscar un abrigo antes de salir de casa.
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